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Psicoterapia y Meditación

Durante las últimas décadas se viene produciendo un creciente movimiento de integración de las Ciencias de la Salud y las prácticas orientales, y un creciente interés en el uso potencial de las técnicas meditativas, lo cual se ha manifestado con gran fuerza en el campo de la psicoterapia. Esto ha dado origen a un diálogo fértil y se consideran las confluencias y divergencias de las tradiciones de las prácticas contemplativas y la psicoterapia occidental.

A diferencia de la meditación, la psicoterapia puede ser lo más efectivo  para las personas que buscan aliviarse de síntomas que interfieren con el trabajo y la carrera profesional, la intimidad, la sexualidad,  para  la exploración de los conflictos inconscientes, los temas de las relaciones, la aflicción y las habilidades de comunicación.

Por su parte, la práctica meditativa tiene la capacidad de ayudar a las personas  a conectarse con  su dimensión espiritual. Hay muchas formas de explicar qué es la meditación y la manera en qué funciona.

Hay quienes la conciben como cualquier forma de evocar una respuesta de relajación, mientras que para otros meditar es una forma de entrenar y fortalecer la consciencia, o una forma de detener el continuo parloteo mental y relajar el cuerpo y la mente, una técnica para sosegar el sistema nervioso central, una manera de liberar tensiones, de reforzar el autoestima, de reducir la ansiedad o de aliviar la depresión. Todo esto es cierto. Pero en esencia la meditación siempre ha sido una práctica espiritual, una experiencia de conexión con algo que nos trasciende. La meditación es, la búsqueda de Dios en el interior de uno mismo. La meditación es espiritual pero no religiosa. Lo espiritual tiene que ver con la experiencia real, no con creencias; con Dios como fundamento del ser y no con ninguna figura parental cósmica; no con la oración que ruega por el pequeño yo y no con cuestiones morales. La meditación tiene que ver con el espíritu que anida en el corazón de cada ser humano.

En esta Sociedad Posmoderna, el sí mismo es poco. Los individuos aspiran cada vez a un mayor desapego emocional, a no sentirse vulnerables; tienen enorme miedo a la decepción.

El medio social trata a los sujetos como  “consumidores” o como “objetos de consumo”, a los grupos de personas no los considera como comunidades sino como potenciales compradores de tal o cual producto, vuelve insignificantes los vínculos, los gestos altruistas,  la vida. Esto trae como consecuencia las nuevas y complejas dolencias y preocupaciones que nos presentan las personas que vienen a consultarnos.  En este sentido es que me parece importante  acompañar los procesos psicoterapéuticos con prácticas meditativas. Con prácticas que permiten conectarnos con nuestra dimensión espiritual  y  permiten encontrar nuevos sentidos a la existencia. Favorecen el  desarrollo de  la aceptación, del amor y respeto al prójimo. Complementar la psicoterapia con prácticas contemplativas abre el camino hacia la integración del ser humano en todas sus dimensiones: corporal, mental, emocional y espiritual.

Lic. Ana Freiberg

Bibliografía:

–         Familia y Espiritualidad. G. Falavigna, S. Ferreyra y A. Freiberg. Casa de Familia. 2006.

–         Gracia y Coraje. Ken Wilber. Gaia. 1995.