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La seriedad esta sobrevaluada

 

La entrega de los premios Oscar suele ser un domingo sombrío que termina con la coronación de un drama como mejor película del año.

Cuando le preguntaron a Richard Roeper, del Chicago Sun-Times si los votantes del premio Oscar deberían animarse a votar más a las películas cómicas, respondió: «Claro que sí. Este ha sido un escollo para mí desde que soy fanático del cine». «La gente de la industria sabe mejor que nadie lo difícil que es hacer comedia. Porquerías como Norbit (Eddie Murphy 2007), pueden facturar millones de dólares… pero la gente aún no quiere recompensar una buena de comedia».

Una película seria tiene que ser un drama o un thriller. Y yo me pregunto ¿Por qué? Una comedia puede ser seria. Todas las películas cuentan una historia, pero parece que una obra en cuya acción suelen predominar los aspectos placenteros, festivos o humorísticos, con desenlace casi siempre feliz, no puede ser serio. Error, y de los graves.

Lo mismo nos sucede en las organizaciones, la seriedad, lo solemne, lo severo, la palabra medida, los tonos empostados son políticamente correctos, y los valoramos más.

La acepción de la seriedad que tenemos que valorar es la referente a que lo serio es real, verdadero, sin engaño. La acepción de la solemnidad, de reacciones medidas, alineado a un protocolo, no es serio, ¡es un bajón!

La concepción políticamente correcta que encontramos en las organizaciones para describir a quienes son más alegres, tienen buen humor, los cómicos, es el título de “simpático”

Los “simpáticos organizacionales” suelen transitar las corporaciones con algún cierto grado de frustración. El prejuicio de que los humoristas son chantas, superficiales, que no se toman nada “en serio”, es un juicio de valor que lejos de potenciar sus habilidades naturales, los aplaca.

Hace unos años, los doctores Lee Berk y Stanley Tam de la Universidad de Loma, constataron como la risa frecuente disminuye la hipertensión, reduce las hormonas del estrés, aumenta la flexión muscular, desencadena la liberación de endorfinas y, en general, produce una sensación general de bienestar físico y emocional. Todavía no hay un fármaco que pueda concentrar todos estos efectos en una pastilla y si la lograsen sería un éxito comercial ¡sin precedentes!

También se introdujo en psicología un nuevo concepto, el FQ (Fun Quotient o Coeficiente de diversión) para valorar la capacidad humorística de las personas. Fíjense que contradictorio; valoramos más a los serios pero queremos medir el “Fun”…Nadie está midiendo el “Seriousness” (seriedad)

El humor en el trabajo es un tema instalado en las organizaciones. Hay consultores especializados en trabajar esta disciplina, hay estudios y talleres. Es políticamente correcto hablar de incrementar el humor en el trabajo, pero al momento de la verdad siempre es una opción más segura la del serio ¿se imaginan en un proceso de selección elegir a un candidato sobre otro por ser más cómico?

Este paradigma que viven las organizaciones de querer lograr un buen humor social, pero valorar más a los serios genera una tensión que hay que administrar. El simpático y el serio cumplen roles claves en un ecosistema social, se compensan, es un modelo colaborativo de energías.

Es injusto subestimar el valor agregado del buen humor. Introducir en las organizaciones a la simpatía como una capacidad es un desafío, que quienes lideran la gestión de las personas, deben tomar con más seriedad.

 Valentin Videla

MR Partners