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Aprendizaje emocional

¿Cómo aprenden los niños pequeños acerca de
sus estados emocionales?

Los bebés muy pequeños se expresan, esencialmente, a través del llanto. Así dicen tengo hambre, estoy cansado, me duele la panza, necesito mimos o quiero upa, y es el adulto quien debe interpretar el pedido y ofrecer aquello que cree lo calmará.

Con seguridad un punto central para una buena crianza es la atención e interpretación adecuada de las necesidades del pequeño para un crecimiento emocional saludable.

Esto nos lleva a poner el acento en los límites cotidianos necesarios para crecer y vivir:

  • la adquisición de ritmos básicos como el comer y el dormir,
  • la distinción entre quien soy yo y quienes son los otros,
  • y entre lo que se puede o no se puede.

Generalmente cuando alguien habla de los límites lo hace pensando en la adquisición de reglas y normas, más que como sostén, como ritmo, que es como deberían funcionar para un niño pequeño, es decir como ordenadores emocionales que permiten crecer y vivir, para luego convivir

Hablar de ritmos, implica hablar de tolerancia y capacidad para la espera, cualidades con las que el bebé no nace…sino que las adquiere gracias a la colaboración de los adultos. Los ritmos vitales se ponen en juego, fundamentalmente, en relación a los momentos de alimentación, descanso e higiene. Estas actividades básicas y cotidianas representan experiencias fundamentales para el desarrollo infantil porque implican el cuidado del cuerpo, el despliegue de las emociones, y los modos de vinculación afectiva, a la vez que se constituyen en escenarios decisivos para la apropiación del bagaje cultural

A medida que crecen, los chicos necesitan expresar una nueva y creciente cantidad de emociones, desde la sonrisa en el encuentro, las carcajadas en los juegos y otras expresiones de alegría, como también la vergüenza, los celos, la angustia…etc

Es entonces, tarea de los padres, o sus sustitutos ayudar a los niños pequeños a identificar, no solo lo que desean sino también qué les produce perderlo, poniendo en palabras sentimientos como bronca, enojo, tristeza, miedo, ansiedad y frustración.

Luego, el reconocimiento de las propias emociones y de las ajenas permitirá a cada uno aprender que los otros tienen derechos que a veces nos obligan a postergar nuestro deseo en pos de una buena convivencia.

El buen clima en la sala del Jardín, en la plaza…y en casa, se logra a partir de hacer jugar los derechos de todos: los niños tienen derecho a enojarse y a no estar de acuerdo, y los adultos tienen derecho a mantenerse firmes en lo que dicen, siempre que se garantice el cuidado y la protección de todos.

A continuación incluiremos algunas pautas para que los adultos ayudemos a los niños pequeño, a descubrir y reconocer sus estados emocionales, y por ende a aprender algo acerca de ellos mismos:

  • Hablar con ellos sobre sus sentimientos, sugerirles nombres que los describan “¿parece que estás enojado con alguien, podríamos pensar acerca de que cosas te enojaron?” O “¡qué contento que se te ve!…podríamos compartir eso que te hizo sentir tan bien…¿te gustaría contarme?
  • Explicitar nuestros propios sentimientos y nombrarlos, mostrando así una manera de sentir frente a situaciones diferentes (“Uy, me parece que en esa caja hay una sorpresa, estoy muy ansiosa” o “estoy preocupada e inquieta por esto que te pasa…a ver si puedo ayudarte”)
  • Definir formas aceptables de expresión de los sentimientos. Es decir enunciarles que lo equivocado no es la expresión sino el modo de resolución, (“Si estás enojado podés golpear los bloques, pero no tirárselos a otro nene”)
  • Contener y quedarse cerca de quien lo necesita (la proximidad corporal en niños pequeños funciona como un organizador del sentimiento de seguridad, una vez logrado esto podremos hablar y poner nombre al desborde)
  • Respetar los modos no verbales de comunicación, no burlar expresiones gestuales que demuestran estados emocionales (el ceño fruncido, la boca fruncida , los dientes apretados, el llanto)
  • Dar tiempo (el empeño que se pone en lograr que los chicos abandonen rápidamente la expresión de ciertos sentimientos los hace aparecer como indeseables)
  • Mantener límites seguros para la expresión de las emociones
  • Ayudar a diferenciar sentimientos de comportamientos (“me parece que tiraste toda la construcción porque estás enojado”)

Lic. Lidia Susana Maquieira