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Las Despedidas


“Nadie sabe con certeza por qué nos suceden las cosas en la vida.

El problema es que creemos que deberíamos saberlo”
Elisabeth Kübler-Ross

 

 

 


 

El camino de la vida nos impone desde el minuto cero un recorrido donde las adquisiciones y las pérdidas se van combinando.

Todo el tiempo ganamos y perdemos: personas, objetos, conocimientos, habilidades, etc.; pero a pesar de ser ese un camino inevitable los seres humanos nos empeñamos en tratar de ver sólo una parte : aquella que incorporamos, resistiéndonos  a las pérdidas. Entonces… reponemos rápidamente lo que perdemos, nos tapamos las marcas que el tiempo deja en nuestros cuerpos, evitamos ir a los velorios o visitar a alguien enfermo, etc. Y es así como las despedidas de aquellos que amamos nos toman muchas veces sin experiencia, y sin las herramientas necesarias como para poder realizarlas.

Pero… ¿Qué es Despedir?

Una traducción de la palabra latina expetere es solicitar licencia para alejarse, pero ¿Cómo podemos hacerlo? ¿Cómo vamos a rendirnos ante el fracaso de tener que perder a alguien? ¿Cómo vamos a concebir qué se vaya? ¿Cómo no hacer todo lo posible para retenerlo un poco más?

Muchas veces nos escondemos detrás de un “prefiero recordarlo cuando estaba bien”, “no quiero que mis hijos guarden esa imagen…” (ocultándoles por ejemplo la enfermedad de algún ser querido) sin poder aprovechar quizás  la etapa de  mayor apertura, sensibilidad y generosidad que implica el último tramo de la vida de una persona.

Por supuesto están también los que eligen irse sin que se note, sin darse cuenta  ni siquiera ellos mismos de que se están muriendo, y esa también es una decisión a aceptar.

Pero en general quienes han trabajado con personas que saben que van a fallecer y lo aceptan, saben de lo intenso e importante  de esa etapa.

Es la hora del balance, de aprender lo no aprendido, de dejar las cosas en orden, de cerrar lo mejor posible lo que fue la vida en la Tierra  para el que se va y para los que aún no.

“Antes de partir una persona normal precisará elaborar sus miedos, despedirse de sus familiares y amigos, reflexionar sobre posibles significados de su paso por este mundo, asimilar su aprendizaje en esta vida y ponerse de acuerdo con su Dios… allí podremos partir”

(Hugo Dopaso “El Buen Morir”)

Poner las cosas en orden, ayuda tanto al que se va, como a los que se quedan. La tendencia a aferrarnos es lo que nos trae las mayores dificultades al momento de partir, se nos pide un gesto generoso: SOLTAR que en general cuando se ha podido perdonar y experimentar la verdadera unión, es posible.

Perdonar no es estar de acuerdo con los que nos lastimaron, sino es liberarnos del dolor que eso nos ocasionó, por nuestro bien para no aferrarnos al rencor (muy mala compañía, que sólo mantendrá viva y presente una época de infelicidad, alimentando el resentimiento).

Al perdonar reconocemos que la otra persona y nosotros mismos somos más que nuestros errores, y volvemos a entender  y valorar por ejemplo: por qué seguimos juntos.

 

Las mochilas deben quedar lo más livianas posibles, y quién no tiene posibilidades de quedarse… debe irse.

El duelo no debe ser evitado, sino trascendido, debemos darnos tiempo para despedirnos de lo material y no apurarnos en tomar decisiones importantes, para eso ya habrá oportunidad.

Va a ser natural extrañar a la persona que murió, nuestra identidad hasta ahora, es con ella y es bueno dejar que surjan los sentimientos ligados a su ausencia.

Poco a poco nos iremos discriminando de quien ya no está y recomponiendo los límites de nuestra identidad.

El significado de lo que el otro representa para nosotros va a quedar siempre con nosotros.

“Lo que realmente importa es Eterno y nuestro para siempre.

El amor que hemos sentido y el que hemos dado, no puede perderse”

(Elisabeth Kübler-Ross. Lecciones de Vida)

Las huellas del otro en mí aparecerán en los recuerdos, en las historias que les voy a contar a mis hijos o a mis nietos, en los gestos que eran de ellos y ya son míos… en el alivio de ver que: pudimos seguir.

Por eso ir viendo como una persona se despide de la vida ayuda a entender y a procesar, en general las personas que han podido estar cerca y cuidar a sus seres queridos pueden separarse con más serenidad y calma.

Debiéramos preguntarnos ¿Qué nos pasa con la muerte?, final tan anunciado como pocos…

Así como está socialmente aceptado y valorado que ante la llegada de un bebé esté toda la familia rodeándolo y presenciando ese momento, ¿Por qué no pensamos qué ese mismo calor es importante a la hora de la finalización del ciclo?

Irse  y dejar ir en paz, con calma, sin rencor, sin dolor, sin deudas, y acompañado por los afectos, es el mejor homenaje que podemos rendirle a nuestro paso por esta vida y al de nuestros seres queridos.

Lic. María Cecilia Bodon