Crisis
Familia y Pareja
Reflexiones
Crianza
Potenciales de Salud
Inicio » Novedades, Reflexiones

La Salud y el Tiempo

 

La salud y el Tiempo

¿Es posible pensar la salud a partir de nuestra relación con el tiempo?

Se dice que la depresión es un exceso de pasado, el stress un exceso de presente y la ansiedad, de futuro.

Lo que debería ser una danza fluida entre los tres tiempos, un trípode que nos sostiene, muchas veces se congela, se paraliza o nos mueve con la reiteración de un boomerang:

  • el pasado nos atrapa,
  • estamos todo el tiempo con la cabeza en el futuro o
  • vivimos un eterno presente al que queremos atrapar o del que creemos nunca podremos escapar.

La culpa es un gran ancla al pasado. Aunque “lo hecho, hecho está”, nos castigamos con el recuerdo del error. Obligados a observar una y mil veces lo que ya no podemos cambiar, restamos energías para la reparación, el perdón o la aceptación.

La nostalgia del pasado es otro retén que nos induce a pensar que “todo tiempo pasado fue mejor”. Y así flotamos en un mar de pasividad. Ya no hay nada que hacer. Buena excusa para no asumir la autoría de una vida.

El futuro suele ser utilizado como una escapatoria para los eternos soñadores: grande emprendedores que encuentran el entusiasmo sólo en la creencia de que “lo mejor está por venir”.  Gozan de proyectar pero a veces flaquean a la hora de sostener lo ya logrado, que se les desvitaliza.

También el futuro puede mostrar su cara fatal para el ansioso….(aunque si lo pensamos bien, no la muestra, porque es futuro!). Nosotros pintamos ese cuadro al que luego observamos fijamente como si formara parte de lo ya existente. Como si fuera un rumbo inalterable.

Pero existe una forma saludable de relacionarse con el tiempo. Hay algo de sabio en quien se rescata de cada tiempo con la conciencia de que existe otro, que el tiempo no es uno sino que son permanentemente tres.

(Cada vez estoy más segura que la sabiduría es salud).

Así un presente doloroso se consuela en saber que existe un futuro auspiciando que el dolor menguará, porque ningún dolor dura para siempre, porque «siempre que llovió, paró», «porque el tiempo todo lo cura». Allí el presente se sobrelleva por la existencia del futuro.
Asimismo, el dolor de un duelo puede reconocer – no sin dolor pero con justicia- que duele lo perdido porque nos dejó un pasado rico, amado, y por ello difícil de olvidar. Nuestro pasado, hoy tan añorado, alguna vez fue un presente disfrutado. Más refranes: “¿Quién te quita lo bailado?» Habrá dolido el adiós de una pareja, un familiar, un trabajo, una época, pero alguna vez fueron la materia prima de un presente continuo. El pasado – si sabemos de gratitud- nos consuela en el presente.

Ante un futuro ansioso, hay un presente y un pasado que claman advirtiendo que lo único que existe realmente es lo que ocurre hoy, lo que ocurrió ayer. Relativo a ello advierte Montaigne lo que pasa cuando un futuro usurpa al presente: “Mi vida ha estado llena de terribles desgracias, la mayoría de las cuales nunca sucedieron”.

Un pasado duro nos hace valorar el presente. El pasado puede también tomar forma de maestro más que de acervo de errores.

El futuro sin estrenar nos da nuevas chances y nos rescata de un presente fallido.

Así la vida debería vivirse en una danza dinámica donde cada tiempo relativiza al otro.
El futuro da esperanza, el pasado experiencia. El presente es la oportunidad. 

 Pole Mayorga