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Una mirada sobre un tema de actualidad

Este no quiere ser un boletín político, sino de actualidad, pero de actualidad psicológica, que es lo que nos agrupa y compete. Es un intento de reflexión acerca de las dimensiones  humanas implicadas a partir de los últimos aconteceres notables que van haciendo historia.

Complicada sensación la que nos despertó a muchos  la recepción de la noticia “Las Fuerzas Norteamericanas ejecutaron a Osama Bin Laden. El pueblo Estadounidense festeja en las calles”

Complicada sensación,  asistir al festejo bullicioso de un pueblo en sus lugares públicos, como solemos verlo en los campeonatos deportivos.

Las crónicas hacían referencia a la multitud compuesta mayormente por jóvenes universitarios, manifestando su satisfacción y algarabía…Jóvenes y universitarios. Esto se me traducía como: jóvenes=las generaciones que en una o dos décadas tendrán la responsabilidad y el poder de decidir o gobernar; universitarios=personas  educadas, informadas, que pudieron aprender acerca de los aciertos y errores producidos por el desempeño de las generaciones anteriores, que gozaron del acceso al estudio para lograr… formación.

Descontamos la responsabilidad terrorista del ejecutado, que otrora, festejaba, a su vez, orgullosamente,  su poético y cruel plan donde se perdieron la vida de tantos seres, mientras se perturbaba la sensación de seguridad de todo un planeta.

Lo que es complicado esta vez, es asistir y atestiguar la emoción  festiva y desimplicada de un pueblo, que alguna vez asistió horrorizado a ver cómo festejaban sus muertos en muchas calles del medioriente musulmán.

…Y tanto festejo ante ataques certeros y “objetivos logrados” que en definitiva aluden a seres humanos asesinados, hacen a lo complicado de la sensación. ¿No eran los festejos propios  de  la irracionalidad que le atribuimos al por esencia fanático pueblo musulmán? ¿No causa una sensación de rareza ver tan satisfecho por dar muerte -más allá del “alguien”- al mismísimo Premio Nobel de la Paz? Porque tal vez esa sea la diferencia que debería haber entre cualquiera de nosotros y un Premio Nobel de la Paz…nuestras más humanas miserias pueden disfrutar una venganza, la puesta en práctica de la primitiva y antigua Ley del Talión: “ojo, por ojo…”. Pero de un líder, de un Nobel, uno espera la visión que se eleva por sobre los instintos más bajos, y los impulsos más inmediatos y retaliativos, y puede vislumbrar y luchar por un ideal más elevado de “lo humano”.

Tal vez creíamos ingenuamente que de la ley del Talión nos separaban mucha distancia intelecto-emocional  y treinta y nueve siglos. Tal vez, sólo nos separe los treinta y nueve  siglos, pero su espíritu y funcionamiento siga vigente en el piso inconciente de nuestra psique, intacto…

Cuán lejos y apartados de esta parte de la historia que se va construyendo,  han quedado, a la luz de esta reacción, otros líderes, como Gandhi  o el Dalai Lama que suponen que cuidar su rebaño no consiste en  eliminar a sus enemigos, sino lograr no ser iguales a  ellos. Y recordaba el hecho empírico-que nos protege de parecer  ingenuos  idealistas- de que Mahatma Gandhi, finalmente gana parte de si incansable lucha al influir en la lograda independencia  de la India como colonia inglesa.

Sin servirse de vociferaciones amenazantes para advertir a su enemigo o tener cohesionado a sus seguidores, nos permitimos recordar algunas de sus máximas:

“No hay camino para la paz, la paz es el camino”

“Ojo por ojo, y todo el mundo acabará ciego”

“Nadie puede hacer el bien en un espacio de su vida, mientras hace daño en otro. La vida es un todo indivisible”

“Puesto que yo soy imperfecto y necesito la tolerancia y la bondad de los demás, también he de tolerar los defectos del mundo hasta que pueda encontrar el secreto que me permita ponerles fin”

El Dalai Lama, actual líder político y espiritual del pueblo tibetano, también premio Nobel de la Paz, sigue defendiendo su causa ante la invasión china de su territorio, por vía pacífica y diplomática. Ante las críticas o pedidos, incluso de su mismo pueblo, que instaba a una reacción frente a la inadmisible agresión china, él contestaba que de ninguna manera deberían reaccionar respondiéndole  a su enemigo en el mismo registro.

¿Qué autoridad moral tendrían entonces para quejarse de su crueldad?

“Hablamos mucho de paz, pero básicamente tiene que nacer en nosotros mismos”

“Creo en la determinación humana. A lo largo de la historia se ha demostrado que la voluntad humana puede más que las armas”.

Ambos líderes confluyen en un pensamiento que queríamos resaltar esta semana: La paz en el mundo va a ser una consecuencia y un efecto de la paz en el interior de cada uno…

A la luz de la sensación de impotencia que nos suscita el estar entre el  fuego cruzado de dos potencias, tal vez estos pensamientos nos dejen menos atados de manos, más  liberados e implicados a la hora de participar en generar un mundo más pacífico.

Lic. Paula Mayorga